Sí, aún recuerdo como si fuera hoy aquel fatídico lunes 14 de enero del 2008. Siendo Capitán de la Primera, me encontraba trabajando en el piso 14 del edificio ubicado en la esquina de calles Blanco y Edwards. Eran las oficinas del Bombero Honorario y en aquel entonces, Director de la Compañía, Jorge Darrouy Gatica.
Algo de pronto me llamó mirar hacia el exterior, cuando pude distinguir una activa columna de humo entre árboles y casas del cerro La Cruz. Tomo el teléfono y me comunico al momento con el Capitán de la Tercera Compañía de Valparaíso, Daniel Briceño, quien me advierte: –“Gabriel, esto se viene violento, prepara a tu gente”.
Rápidamente me comunico con mi compañía en Viña del Mar y solicito que mi uniforme sea dispuesto en la primera máquina que sea despachada hacia el querido puerto. El sonido de la alarma general y sirenas de las máquinas que se dirigían hacia el sector El Vergel era ensordecedor. Ya, el Comandante del Cuerpo de Bomberos de Viña del Mar, Andrés Zavala Cornejo, había dado orden de acuartelamiento y seguidamente comenzaban a ser despachadas las primeras máquinas en apoyo a Valparaíso, entre ellas las de la Primera, bomba José Francisco Vergara.
Con nuestro Director, Jorge Darrouy resolvemos ir al incendio en su camioneta por lo que en el trayecto pasamos por la Tercera Compañía de Valparaíso para ofrecer traslado a bomberos tercerinos que se dirigían al lugar. Tomamos avenida Francia y enfilamos raudamente hacia el Cerro La Cruz, sector El Vergel Alto. Al llegar el cuadro era sobrecogedor. Un dantesco incendio en medio de fuerte viento comprometía ya varias casas mientras el dolor y sufrimiento se apodera de los habitantes de aquel sector. En medio de la confusión, veo cómo se trasladaban a un bombero herido del cual sabría más tarde…
El trabajo fue intenso y complejo ante un fuego violento que atacaba en múltiples frentes. El compromiso de nuestros bomberos, dispuestos a darlo todo con el fin de salvar la mayor cantidad de vidas y bienes posibles, no fue suficiente para un triste resultado final de muertos, heridos y más de 70 casas destruidas.
Al regresar a nuestro cuartel nos enteramos de la inquietante noticia. Gabriel Lara Espinoza, bombero de la Cuarta Compañía de Valparaíso, bomba Almirante Manuel Blanco Encalada había sufrido graves quemaduras y estaba siendo atendido de urgencia en el Instituto de Seguridad del Trabajo de calle Álvarez, a pasos de nuestro cuartel. De inmediato la Primera dispuso de estacionamientos y acogida en su cuartel para nuestros hermanos cuartinos que requerían visitar al herido. Entre ellos, su madre con quien compartimos varias ocasiones una tremenda pena y angustia.
Pasaron días de mucho dolor tras recibir informes cada vez menos alentadores. El sábado previo a su partida se organizó una romería de oración por las calles de Viña del Mar a la que asistieron familiares, amigos, vecinos y bomberos que con velas cantaron y oraron por la recuperación de Gabriel. Fue un momento sobrecogedor al sentir las frases enviadas al cielo por salud del bombero herido, quien horas más tardes partiría a su cuartel celestial donde llegan los buenos.
Son cerca de las 3 de la mañana, cuando el Jefe de guardia de la Primera, me llama e informa que Gabriel había fallecido y que estaban abrazados junto a su madre quien había ido a nuestro cuartel para comunicarnos el deceso. Seguidamente recibo un llamado de la central de comunicaciones que me da cuenta oficial del hecho tras lo cual tomo rápidamente contacto con nuestro Director Jorge Darrouy quien al recibir la noticia me responde: “me levanto, voy en camino”.
Salgo de mi casa mientras tomo contacto con mis oficiales y bomberos primerinos, la instrucción: reunirnos inmediatamente en el cuartel. Llamo al Comandante para pedir su autorización para ofrecer nuestra maquina reliquia en el solemne traslado del nuevo mártir de regreso a su ciudad, la respuesta de nuestro Comandante fue clara y directa: “Proceda”. Seguidamente, tomé contacto con el comandante de Valparaíso Señor Enzo Gagliardo Leiva y le ofrecí nuestro cuartel como “puesto de mando”, de la misma forma tome contacto con el Director y Capitán de la Cuarta Compañía de Bomberos de Valparaíso a quienes les brinde nuestra solidaridad y respeto solicitándoles si podíamos tener el honor de trasladar a Gabriel a su amado puerto, la respuesta fue un afirmativo y gracias pues ellos estaban destrozados por tan infausta noticia.
Nuestra misión que tenemos grabada a fuego y que hasta hoy nos emociona hasta las lágrimas, silentes vamos entrando y con un abrazo de contención nos recibe nuestro capellán Pedro Nahuelcura Vargas, la tristeza primerina es solo entendible porque creamos un lazo con la madre de Gabriel y su dolor.
Los que vestimos este glorioso uniforme nos quebramos al recibir el ataúd de Gabriel que con delicadeza, cariño y respeto posamos sobre la cama de nuestra vieja máquina y rodeado de bomberos de la Primera Compañía. La noble bomba se empieza a mover conducida por nuestro Director Jorge Darrouy Gatica y acompañado del capellán Pedro Nahuelcura Vargas junto al suscrito Capitán. Al tomar calle Álvarez, vemos al Cuerpo de Bomberos de Viña del Mar formado y al mando de su comandante Andrés Zavala Cornejo. A la altura de nuestra compañía, el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso. El cortejo avanza lento y solo se escucha el tañer de la campana de nuestra máquina, se respira dolor y respeto, a esa hora ya hay algunos vecinos que aplauden y rezan por el descanso de Gabriel; las balizas iluminan la noche negra y el paso silente de los bomberos conmueve en las calles y poco a poco se van incorporando más bomberos a las filas. Nos espera un largo y triste camino a Valparaíso, atrás va quedando la ciudad jardín, la avenida España se ilumina de balizas de todos los colores, lentamente amanece, vamos llegando a su querido puerto y muy cerca esta su amada Cuarta Compañía, Se siguen sumando bomberos que se funden en abrazos de dolor, el paso es lento y en ya fuera de compañía nos detenemos en señal de respeto, sabemos que lo esperan en su cuartel general y seguimos con paso lento pero firme, caminamos por calle Blanco pasamos los cuarteles de la Octava y Undécima y nos dirigimos a Plaza Sotomayor. Al llegar nos conmovemos al escuchar la Paila (Alarma Publica) y ver a todos esperando a Gabriel, nuestra maquina reliquia se ubica en la puerta principal y lentamente bajamos el ataúd y lo entregamos a los Cuartinos, es un momento difícil y muy triste.
Hoy hemos acompañado a un héroe a un nuevo mártir del Cuerpo de Bomberos de Chile, a un hijo, a un amigo y a un bombero que no dudó en entregar su vida por proteger y salvar a su prójimo.
Gabriel Lara Espinoza, descansa en paz.
Gabriel Urquiza Bravo